a) La acusación basó sus denuncias en que Stephan Schmidheiny fue el “director efectivo” o “empleador de facto” de la empresa italiana Eternit SpA, una sociedad de capital abierto con múltiples accionistas. Lo cierto es que Stephan Schmidheiny no ejerció una función operativa, ni en la dirección, ni en su Consejo de Administración.
b) Al proceder como lo hicieron, los jueces turineses condenaron a un accionista individual de una empresa que tenía múltiples accionistas y ejecutivos locales, en un caso que ha sido considerado único en el derecho penal, a nivel mundial.
c) Los jueces turinenses condenaron a este accionista basándose en una regulación que no existía en 1986, cuando la empresa cerró definitivamente. La regulación se promulgó en 1992 pero los jueces la aplicaron retroactivamente a Schmidheiny, quien al sospechar que el asbesto representaba un riesgo para la salud de los trabajadores, fue el pionero en suprimirlo como materia prima para la producción de su empresa.
d) En 1976 Stephan Schmidheiny tenía 29 años y asumió la dirección del Grupo Suizo Eternit. Bajo su mandato, la empresa italiana Eternit SpA hizo cuantiosas inversiones para incrementar la seguridad de los puestos de trabajo y así proteger la salud de los empleados, hechos documentados detalladamente por la defensa y que no fueron refutados en el juicio.
e) En el proceso desarrollado en Turín contra Stephan Schmidheiny se vulneró el debido proceso y así se impidió el acceso a un derecho fundamental como lo es el juicio justo. Inexplicablemente, se ignoraron los resultados de las pruebas aportadas y se argumentó con base a la “presunción de culpa”.
f) A la defensa no se le permitió el acceso a los informes médicos en los que se basó la acusación. Tampoco pudo aportar estudios que correspondían al período comprendido entre 1973 y 1986.
g) En una clara denegación de justicia, durante el juicio no fueron consideradas todas las acciones de preservación del ambiente implementadas entre 1973 y 1986.
h) La parcialidad con que se adelantó el juicio en contra de Schmidheiny también quedó demostrada en el hecho de que la planta de Eternit fue la única acusada de la localidad de Casale Monferrato, donde otras seis empresas producían con asbesto.
i) Italia es el único país que ha pretendido solucionar los efectos del amianto con un proceso penal seguido contra una única persona. En la mayoría de los demás países industrializados en los que se ha prohibido el amianto, la colaboración entre los estados y las industrias ha encontrado soluciones para mitigar esa tragedia social, los afectados han sido indemnizados justamente a través de programas conjuntos y el amianto ha sido eliminado de manera segura.
j) Desde la apertura del juicio se pusieron en duda la objetividad y la justicia cuando el presidente del Tribunal de Apelaciones de Turín dio un ejemplo de exceso y de parcialidad al equiparar a Stephan Schmidheiny con Hitler, cuando comparó el exterminio judío nazi con las medidas con que Schmidheiny protegió a los empleados.
El juicio y la sentencia de Turín fueron contra la persona equivocada. Nadie fue tan previsivo en materia de tratamiento de los riesgos que conlleva el procesamiento del amianto como lo fue Stephan Schmidheiny. Su decidida actuación salvó muchas vidas. Si la situación dentro y alrededor de las antiguas fábricas de Eternit, con las numerosas y lamentables víctimas, es el legado histórico de la industria italiana del cemento con amianto, esa tragedia social es imposible de resolver con un juicio penal contra una sola persona. Basado en sus propias convicciones y sin reconocer culpas, Stephan Schmidheiny lleva años ayudando a las víctimas de la catástrofe. Más de 1500 personas han aceptado su propuesta de ayuda. Cabe esperar que la Corte de Casación de Roma, máximo tribunal italiano, reconozca la contribución de Stephan Schmidheiny como pionero industrial y filántropo y le absuelva de pena y culpa.