“(…) el autor fue llamado a actuar en calidad de perito por la parte demandada en un caso de gran notoriedad en Italia que sirve para iluminar algunos factores de riesgo que han recibido menos atención en la bibliografía reciente. Presiones políticas fuertes y campañas mediáticas intensas, orquestadas muchas veces por fiscales, pueden llevar a graves distorsiones de los hechos en la administración de justicia. (…), las consecuencias perjudiciales de un clima politizado dentro de y en torno al juzgado ya están suficientemente claras como para permitirnos analizar esos factores independientemente del resultado final del juicio.”
Martin Killias, Facultad de Derecho, Universidad de San Gallen.
Stephan Schmidheiny heredó la empresa Eternit Suiza a los 29 años de edad y desde ese momento, en el año 1976, se convirtió en el líder mundial de la eliminación del asbesto en los procesos industriales.
Sin embargo, pese a todo lo realizado, inclusive anticipándose a las medidas tomadas por los estados muchos años después, la justicia de Turín, en Italia, le abrió un proceso judicial por “incumplimiento intencional de medidas de seguridad” en el grupo italiano Eternit entre 1952 y 2008, que “causaron intencionalmente un desastre” que dura hasta nuestros días, motivos por los cuales fue condenado a 18 años de prisión y al pago de una indemnización millonaria a más de 6000 actores civiles.
Las numerosas y graves irregularidades identificadas en el proceso, llevaron la causa al Tribunal de Casación de Roma, que en noviembre de 2014 emitirá su fallo para definir si Stephan Schmidheiny tuvo resguardados sus derechos a legítima defensa y a un juicio imparcial.
Lo que puede explicar el proceso judicial a la industria del asbesto es poder hacer justicia con las víctimas de este mineral. Lo que no explica el expediente judicial es por qué se convierte a Stephan Schmidheiny, ligado durante 13 años a esa actividad y desligado desde hace 25 años, en el único ícono de esa industria centenaria, cuando en la actualidad, más de 2/3 de los países no han prohibido el asbesto y los magnates pasados y actuales de esta industria mantienen su anonimato.
Puede explicarse que jueces y fiscales investiguen para que los daños sociales y ambientales producidos por industrias contaminantes sean reparados. Lo que no explica este caso es cómo pudo avanzar un juicio que fabrica el culpable que necesitan los fiscales en lugar de buscar la verdad que merecen las víctimas.
El Caso
“Si los fiscales ya no están comprometidos con la búsqueda de la verdad sino que ven su rol como la consecución de ciertos objetivos políticos y si las presiones políticas y mediáticas impiden que los tribunales dicten fallos justos, el proceso penal puede ser fácilmente distorsionado por conclusiones falsas respecto a los hechos pertinentes del caso”. (…) “El caso Schmidheiny en Turín es un ejemplo emblemático de cómo se pueden dar condenas injustas en un país básicamente democrático y con un sistema de justicia penal independiente”.
Martin Killias, profesor de la Facultad de Derecho, Universidad de San Gallen
La Acusación
La acusación afirmó que Stephan Schmidheiny, junto con Louis de Cartier un director del grupo belga de Eternit, eran las únicas personas responsables de la empresa italiana Eternit SpA y, como tales, culpables de unas 3000 víctimas del asbesto.
Según la acusación, Stephan Schmidheiny había incumplido intencionalmente las medidas de seguridad en el grupo italiano Eternit entre 1952 y 2008 y había ocasionado intencionalmente un desastre que, habiendo empezado 1952, llega hasta nuestros días. Por esta acusación, Schmidheiny fue condenado por el Tribunal de Apelación de Turín a 18 años de prisión y al pago de una indemnización millonaria a más de seis mil partes civiles.
La Condena
El 13 de febrero de 2012 el Tribunal penal de primera instancia de Turín aceptó en su fallo gran parte de las demandas de la fiscalía y declaró culpables a Stephan Schmidheiny y a su coacusado.
El Tribunal condenó a cada uno a 16 años de prisión y al pago de una indemnización de 80 millones de euros por incumplir intencionalmente las medidas de seguridad (Art. 437 de la ley penal italiana) y por causar intencionalmente un desastre (Art. 434 ley penal) en dos de las cuatro plantas de producción de la empresa italiana Eternit SpA.
La Apelación
Exactamente un año después de la sentencia de primera instancia, el 14 de febrero de 2013, comenzó ante el Tribunal de Apelación de Turín el procedimiento de segunda instancia.
A finales de mayo de 2013 falleció el coacusado Louis de Cartier y se canceló el juicio en su contra. Dieciséis semanas después de haberse iniciado el proceso de apelación, el 3 de junio de 2013, el Tribunal de Apelación de Turín hizo un pronunciamiento oral con el que elevó a 18 años de prisión la condena impuesta a Stephan Schmidheiny y ordenó el pago de una indemnización provisional de unos 90 millones de euros a más de 900 actores civiles.
Situación actual
El caso ha sido llevado al tribunal más alto de Italia, la Corte de Casación de Roma. Se espera un fallo para el mes de noviembre de 2014.
Los vicios del proceso/ La realidad de los hechos
“Un hombre adinerado como Stephan Schmidheiny, un ciudadano de un país rico (Suiza) que vive en el exterior, con una trayectoria enormemente exitosa en varios sectores industriales y con importantes compromisos filantrópicos y ambientalistas, se ajusta perfectamente al perfil del chivo expiatorio ideal. Al atribuirle toda la culpa a una sola persona, ya no entran en juego los papeles que pudieron tener ministros, organismos públicos a cargo del establecimiento de normas de seguridad en la industria e incluso sindicatos y primeros alcaldes (que muchas veces se preocupan más por proteger los puestos de trabajo que la salud de los trabajadores)”.
Martin Killias, Facultad de Derecho, Universidad de San Gallen.
A
La acusación basó sus denuncias en que Stephan Schmidheiny fue el “director efectivo” o “empleador de facto” de la firma italiana Eternit SpA, una sociedad de capital abierto con múltiples accionistas. En los cerca de 80 años de trayectoria de esta empresa italiana, el Grupo Suizo Eternit fue su mayor accionista individual únicamente durante los últimos años, entre 1973 y 1986, el conocido como “periodo suizo”.
Los estudios hechos sobre los puestos de trabajo comprobaron que el 97% de las exposiciones al asbesto tuvieron lugar antes de 1975, según las medidas de los llamados “fiber years”, que es el indicador “años de fibra” adoptado como unidad de medida estadística de la dosis de fibra inhalada. La dosis es el factor determinante del riesgo de contraer una enfermedad causada por el amianto, lo que significa que los empleados respiraron la mayor parte del polvo de amianto, con un riesgo del 99%, antes de 1975.
Stephan Schmidheiny asumió la responsabilidad del Grupo Suizo Eternit en 1976. Sin embargo, estos estudios no fueron tenidos en cuenta por el tribunal que, para atribuirle culpabilidad al acusado, se basó en estudios epidemiológicos generales del período comprendido entre 1952 y 2008.
B
La empresa italiana Eternit SpA, fundada en 1906, era una sociedad con numerosos accionistas.
De los cerca de 80 años de historia de esta empresa italiana, el Grupo Suizo Eternit, fue su mayor accionista individual únicamente durante los últimos años, entre 1973 y 1986, el conocido como “periodo suizo”.
Con base en estudios de los puestos de trabajo se comprobó que, medidas en los llamados “fiber years” (“años de fibra” = unidad de medida estadística de dosis de fibra inhalada), el 97% de las exposiciones tuvieron lugar antes de 1975.
La dosis es determinante para el riesgo de contraer una enfermedad causada por el amianto, lo que significa que los empleados respiraron la mayor parte del polvo de amianto, con un riesgo del 99%, antes de 1975.
Stephan Schmidheiny no asumió la responsabilidad del Grupo Suizo Eternit sino hasta 1976. Pero estos estudios no fueron tenidos en cuenta por el tribunal, el cual prefirió demostrar la culpabilidad del acusado basándose en estudios epidemiológicos generales entre 1952 y 2008.
C. El Período Suizo
El Grupo Suizo Eternit, fue el mayor accionista individual de la empresa italiana Eternit SpA (que operaba desde 1906), únicamente entre los años 1973 a 1986. Esa época se conoce como “el período suizo”. En 1976, a la edad de 29 años, Stephan Schmidheiny asumió la dirección del Grupo Suizo Eternit. Bajo su mandato se realizaron en la empresa italiana Eternit SpA cuantiosas inversiones para la seguridad de los puestos de trabajo y para mejorar las plantas de producción; eso se hizo para proteger la salud y reforzar la seguridad de los empleados, un hecho documentado detalladamente por la defensa, que no fue refutado.
Debido a las grandes inversiones en seguridad y desarrollo de productos alternativos, unos 70 millones de francos suizos de aquella época (77,9 millones de dólares), la producción de Eternit SpA dejó de ser económicamente competitiva. La empresa fue sometida al régimen de administración controlada y quebró en 1986. Estas inversiones en las fábricas italianas redujeron drásticamente la exposición al polvo causante de las enfermedades relacionadas con el asbesto, cuando las autoridades italianas todavía no habían promulgado ningún tipo de normativa o ley sobre la manipulación del asbesto.
Italia solo introdujo en su normatividad de 1991 la directiva que reglamentó la concentración máxima de fibra de amianto permitida en explotaciones industriales promulgada por la Unión Europea en 1983, ocho años después de haber sido aprobada. El Estado italiano solo prohibió el procesamiento de asbesto a partir de 1992, es decir, seis años después de que las fábricas italianas de Eternit habían sido cerradas. La directiva de la Unión Europea.
Peritos de la defensa demostraron ante el tribunal que la exposición al amianto y las enfermedades se redujeron drásticamente durante el “periodo suizo”. Un estudio epidemiológico pertinente, demostró que las enfermedades asociadas con el asbesto (asbestosis, cáncer pulmonar y mesotelioma) fueron notablemente inferiores durante el “periodo suizo” que en periodos anteriores.
Durante el periodo relevante para la acusación 1976 a 1986, se estimó que diecisiete empleados enfermaron a causa del asbesto y no las mencionadas 3000 presuntas víctimas, aunque tampoco en esos 17 casos fue posible discernir cuándo ni dónde se produjo la contaminación con asbesto, dado que a la defensa se le negó el acceso a los informes médicos, que no formaron parte de la aceptación de pruebas.
Además, es importante saber que desde el periodo de la latencia hasta la manifestación clínica del mesotelioma pueden transcurrir entre 30 y 50 años y que en los lugares donde operó Eternit SpA también se procesaba asbesto en muchas otras empresas. Simultáneamente con la operación de Eternit, otras fábricas importantes producían también con el asbesto como materia prima, como: Tubigomma, Franger Frigor, Cerrutti, Cementeria Marchino, Filandia Maniseta y Unicem.
En contra de lo que se afirma, durante los cerca de 10 años en los que el Grupo Suizo Eternit fue el mayor accionista individual de la italiana Eternit SpA, ese Grupo no incumplió intencionalmente las normativas de seguridad ni causó, intencionalmente o de ninguna otra forma, un desastre ambiental y de salud de sus colaboradores. Todo lo contrario, posibilitó cuantiosas inversiones para eliminar la exposición al polvo de asbesto. En consecuencia, el riesgo para la salud al que estaban expuestos los empleados del grupo italiano Eternit era mucho menor que el que se corría en las empresas de la competencia y en los cerca de 70 años anteriores de la propia Eternit. Con ello, lejos de exponer a las personas al asbesto, se salvaron vidas humanas.
El Grupo Suizo Eternit adoptó precauciones por su propia iniciativa y muchos años antes de que las autoridades italianas aplicaran regulaciones a la producción con asbesto, medidas que recién fueron tomadas en 1991, cuando se aprobó un reglamento relativo a la manipulación de ese mineral.
D. Manipulación del amianto
La acusación afirmó que el desastre medioambiental en torno a las fábricas de Eternit se originó por 10 motivos diferentes, detallados adelante.
La defensa demostró que esos potenciales focos de contaminación con asbesto se redujeron considerablemente durante el “periodo suizo”.
- Sacos de amianto permeables. Durante decenios, el amianto utilizado como materia prima se guardaba en Italia en sacos de yute. Sin embargo, durante el periodo suizo sólo se permitió el uso de sacos herméticos de plástico.
- Transporte suelto del amianto como materia prima y como producto manufacturado. Durante el “periodo suizo” y siguiendo las instrucciones sobre seguridad, la materia prima de las fábricas se transportaba y se almacenaba en recipientes cerrados.
- Sistemas de ventilación permeables. Durante el “periodo suizo” se reforzó la seguridad de los sistemas de ventilación, con lo que se redujo considerablemente la exposición al polvo de asbesto dentro y fuera de las fábricas.
- Ropa de trabajo contaminada. Durante años los trabajadores debían lavar y reparar su ropa de trabajo. Durante el “periodo suizo” las fábricas proporcionaban la ropa de trabajo a los trabajadores y se hacían cargo del lavado y del cuidado.
- Vertido inapropiado de los residuos. Durante el “periodo suizo” se introdujo un proceso especialmente diseñado y ejecutado para la eliminación correcta de los residuos del asbesto.
- Transporte incorrecto de los residuos. Durante el “periodo suizo” los residuos se transportaban en recipientes cerrados.
- Vertidos de residuos al descubierto. Solo tras la intervención de la propia Eternit, el municipio de Casale Monferrato asignó a la fábrica un terreno donde se hacía la disposición final segura de los residuos. El vertedero fue gestionado por una empresa especializada y no por la empresa Eternit.
- Vertido ilegal de residuos en ríos. Durante el “periodo suizo” las aguas residuales eran depuradas en el terreno de la fábrica antes de fluir hacerlas fluir hacia la canalización pública. Anteriormente, esas aguas llegaban sin filtrar a las aguas colindantes.
- Cierres de fábricas sin haber descontaminado el terreno de amianto. Tras la quiebra de la sociedad en 1986, el síndico oficial, funcionario nombrado por el juzgado que llevó el caso de la quiebra, fue el responsable de descontaminar los terrenos de residuos peligrosos. Tuvo a su disposición todos los recursos necesarios y se comprobó que se hicieron los trabajos correspondientes.
- Utilización inapropiada del “polverino”. Desde el comienzo del “periodo suizo” se prohibió el uso privado de los residuos de asbesto. Antes era frecuente que los empleados utilizaran residuos de asbesto como material de construcción en el ámbito privado.
Durante los cerca de 10 años del “periodo suizo” se realizaron considerables acciones para suprimir el impacto ambiental de los residuos de asbesto. La situación dentro y en torno a las antiguas fábricas de Eternit con las numerosas y lamentables víctimas, es el legado histórico de la industria italiana del asbesto-cemento.
Durante el “periodo suizo” la empresa operó con medidas de seguridad más estrictas que las requeridas por las normas vigentes en Italia, protegió la salud de sus trabajadores y, por tanto, no se puede responsabilizar a Stephan Schmidheiny por un desastre que comprometió al mismo gobierno y a otras empresas que no operaron con medidas de seguridad apropiadas.
En síntesis
a. La acusación italiana se basó en que Stephan Schmidheiny fue “director efectivo” o “empleador de facto” cuando nunca ejerció funciones operativas en Eternit Italia.
b. Se aplicaron retroactivamente leyes que no estaban en vigencia cuando Schmidheiny fue accionista de Eternit Italia.
c. El juicio abarcó un período de tiempo (1952-2008) que excedió en decenios el vínculo de Stephan Schmidheiny con Eternit Italia (1976-1986), como accionista.
d. El juicio no tuvo en cuenta la inversión hecha en las plantas italianas de Eternit para mejorar las condiciones de seguridad durante el período suizo.
e. A la defensa no se le dio el acceso a los informes médicos en los que se basó la acusación ni se le permitió aportar estudios sobre el período suizo.
f. Se condenó solo a Eternit cuando, por ejemplo, en Casale Monferrato, ciudad donde Eternit poseía una fábrica, otras seis empresas producían con asbesto.
g. No fueron consideradas todas las acciones de preservación del medio ambiente implementadas durante el período suizo.
h. El presidente del Tribunal de Apelaciones de Turín violó el derecho a un juicio justo cuando demonizó públicamente a Schmidheiny al compararlo con el nazismo.
La Campaña Difamatoria
“Varios actores juegan un papel protagónico en esta operación reduccionista. [En el caso Schmidheiny] Los medios de comunicación italianos también jugaron un papel perjudicial al nunca darle espacio a la defensa para que diera su versión de los hechos. Al el contrario, demonizaron al acusado durante años, al acoger la versión que lo comparó directamente con Hitler. También tuvo un rol protagónico el fiscal principal, quien buscando proyectarse como héroe nacional, durante años hizo campaña junto con (…) otros lobbies, al participar en innumerables manifestaciones en toda Italia y, más recientemente, incluso en el exterior. Ese perfil se consideraría totalmente inapropiado en otros países del continente, por ejemplo en los países escandinavos y en Alemania, donde los jueces (e incluso los fiscales) deben mantener cierta distancia crítica y expresar sus opiniones de manera imparcial”.
Martin Killias, Facultad de Derecho, Universidad de San Gallen.
Los hechos señalados demuestran que en el proceso judicial, Stephan Schmidheiny y su coacusado el fallecido barón Louis de Cartier⎯ sufrieron una auténtica persecución emprendida por algunos medios de comunicación italianos y por los fiscales de Turín.
En una campaña difamatoria sin precedentes llevada a cabo durante años, la fiscalía, representantes de los sindicatos y algunos medios de comunicación locales redujeron la responsabilidad de la tragedia del asbesto a las figuras de Stephan Schmidheiny y de Louis de Cartier. Además, consideraron demostrada y a priori, la culpabilidad desde un principio, en parte, incluso años antes de que comenzara el proceso e, increíblemente, exculpando a otras empresas de la zona y al mismo gobierno que tardó más de ocho años en establecer lo que ya era norma en Europa.
En esta “tarea mediática” participó activamente la fiscalía, actuación que, al menos en Europa, es absolutamente irregular.
Stephan Schmidheiny fue calificado en distintos medios de comunicación de “asesino” y fue comparado con Hitler sin que nadie se haya retractado, o haya sido sancionado como correspondía. Se llegó a tales extremos que el juez que presidió el Tribunal de Apelación, durante la apertura del procedimiento, equiparó a Stephan Schmidheiny con Hitler, al comparar una reunión de gerentes de Eternit convocada por Schmidheiny para implementar medidas de protección de los empleados con la conferencia de Wannsee relacionada con el exterminio nazi de los judíos.
Demonizar de esta manera a un acusado constituye una violación del derecho a un juicio justo, tal y como lo reconoce el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y el Tribunal Federal Suizo.
La Oferta Humanitaria
Desde 2001, cuando decidió retirarse de la vida empresarial, Stephan Schmidheiny comisionó a la empresa Becon AG para que atendiera los asuntos relacionados con el asbesto.
En 2007, Becon AG difundió una iniciativa para antiguos empleados de la italiana Eternit SpA, motivada por razones humanitarias; con ella indemnizó a trabajadores o a familiares de trabajadores que contrajeron una enfermedad causada por la exposición al asbesto en las fábricas de la italiana Eternit durante el “periodo suizo”, entre 1973 y 1986. En 2009 amplió la iniciativa con indemnizaciones para vecinos afectados de la zona. Más de 1500 personas de Italia aceptaron la oferta humanitaria. La cuantía de las indemnizaciones pagadas se calculó de acuerdo con las referencias internacionales para las indemnizaciones por daños a la integridad, entre otros, en uso por parte de la SUVA, que es la Caja Nacional Suiza de Seguros de Accidentes.
Los pagos totales hasta 2014 llegan a los cincuenta millones de francos suizos (56 millones de dólares). Adicionalmente, se ofrecieron veintidós millones de francos suizos (casi 25 millones de dólares) a la ciudad de Casale Monferrato; aceptados inicialmente por las autoridades locales, luego fueron rechazados en el contexto del proceso.
Hasta 2014, Becon AG había aportado seis millones de francos suizos, cerca de 7 millones de dólares, para el apoyo in situ a la investigación aplicada asociada con el mesotelioma.
Las ofertas hechas por Becon AG no implican el reconocimiento de responsabilidad civil ni de culpa por parte del Grupo Suizo Eternit ni de su director con respecto a las enfermedades causadas por el asbesto; tienen su origen en un sentimiento de solidaridad con las víctimas y en los ideales filantrópicos de Stephan Schmidheiny. Este gesto no fue considerado precisamente como hecho atenuante, sino como agravante. La oferta de Becon AG sigue vigente.
Stephan Schmidheiny, pionero y líder mundial en la eliminación del uso del asbesto
La realidad es que Stephan Schmidheiny fue uno de los primeros industriales en el mundo en reconocer los riesgos para la salud humana, derivados del procesamiento del asbesto. En 1976 y a sus 29 años, poco después de asumir el cargo de director del Grupo Suizo Eternit, emprendió un programa para el desarrollo de productos libres de asbesto.
En aquella época, en la industria se aplicaba un estándar de seguridad para el procesamiento, llamado “Safe use”. En la mayoría de los países industrializados las leyes de entonces determinaban los límites admisibles de la concentración del asbesto en el ambiente (concentración máxima en el puesto de trabajo). El “Safe use” también contaba con el apoyo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Unión Europea.
En 1981, anticipándose a toda normativa y políticas de Estado, Stephan Schmidheiny anunció su decisión de que Eternit dejara de fabricar con asbesto y en 1984 gran parte de la producción de Eternit reemplazó ese componente por otro basado en pulpa de papel. Así, Stephan Schmidheiny se adelantó ventajosamente a la competencia y a la mayoría de las normativas gubernamentales.
Está demostrado que la exposición al amianto y la cantidad de enfermedades, se redujeron drásticamente durante este período, al compararlo con el de años anteriores.
A pesar de que, entre tanto, los avances en la investigación confirmaron el peligro del asbesto para la salud humana, lamentablemente todavía se procesa asbesto en dos tercios de los países del mundo. Suiza prohibió el procesamiento de amianto en 1990; Italia, solo en 1992.