En 1976 y cuando tenía 29 años, Stephan Schmidheiny sucedió a su padre como director general del Grupo Suizo Eternit, SEG. Desde ese mismo momento impulsó reformas y, motivado por las investigaciones de la época sobre posibles daños que el mineral podría ocasionar a la salud, anunció la sustitución del asbesto en los procesos industriales de las plantas de Eternit. Logró ese objetivo en un gran porcentaje, convirtiéndose así en el pionero de la eliminación del asbesto desde 1984, mucho antes de que la mayoría de los estados tomaran medidas al respecto.
La implementación de esta decisión tuvo como consecuencia la necesidad de invertir millones de dólares en operaciones que redujeron los riesgos asociados con la manipulación y el transporte del mineral pero que le restaron competitividad a sus fábricas, en comparación con el resto de la industria, porque las demás empresas del ramo continuaron produciendo a menores costos ya que siguieron utilizando el amianto. Semejante asimetría lo obligó a cerrar algunas de sus fábricas y en 1989 vendió su participación accionaria en Eternit.
“Tomé la decisión de salir del asbesto, basado en los potenciales problemas humanos y ambientales asociados con el mineral. Pero también consideré que en una época de creciente transparencia y crecientes preocupaciones por los riesgos de la salud, sería imposible desarrollar y mantener un negocio exitoso basado en el asbesto. Esta observación me impulsó a comenzar a ponderar profundamente las relaciones entre negocios y sociedad. Fue un período doloroso, pero fue una invaluable preparación para mi posterior posición de liderazgo en negocios y asuntos sociales”.
“Stephan Schmidheiny, Mi Visión, Mi Trayectoria”, enero 2006.
Durante el tiempo en el que participó en industrias que utilizaban el asbesto en sus procesos productivos, un período de 13 años que transcurrió entre 1976 y 1989, fue el único empresario de su época que implementó programas para proteger a sus empleados y a los vecinos de las plantas industriales, cuando los estados ni siquiera habían emitido las primeras regulaciones. Reemplazar el asbesto por otro material basado en pulpa de papel le tomó los ocho años comprendidos entre 1976 y 1984. Mientras tanto, sus competidores llevaban casi 100 años explotando el asbesto y continuaron haciéndolo, maximizando sus ganancias a costa de la salud de las personas.
En cambio, Stephan Schmidheiny invirtió millones de dólares en programas de seguridad y reducción del impacto ambiental e insistía ante sus colegas de la industria para que asumieran iniciativas similares. Pero el empresariado del sector continuó privilegiando la rentabilidad al costo de la salud de las poblaciones. Eso condujo a que Schmidheiny cerrara plantas y terminara yendo a la quiebra en algunos países porque la pérdida de competitividad las hizo insostenibles debido a que el sector continuaba y continúa utilizando asbesto, en dos tercios de los países del planeta.
Resulta al menos llamativo que a Stephan Schmidheiny, quien ingresó a la industria del asbesto hace casi cuarenta años y se desvinculó de ella hace veinticinco, se le muestre como paradigma del sector, sobre todo, si se tiene en cuenta que fue el promotor de la eliminación del asbesto durante sus 13 años en Eternit. Gracias a la diversificación de sus inversiones, su patrimonio actual, ya tiene poca relación con el capital originado en su herencia familiar.
Su patrimonio actual, gracias a una estrategia de inversiones diversificadas, ya poco tiene que ver con ese capital originado en aquella herencia familiar.
Para diversificar sus inversiones, escogió opciones de largo plazo en empresas que necesitaban reestructuraciones generalmente profundas para continuar operando; también adquirió industrias que estaban en plena crisis, como la relojería suiza, que estaba seriamente amenazada por el vertiginoso desarrollo de la industria de la relojería japonesa. Emprendió decidido los riesgos y los desafíos asociados con esas alternativas y desde los consejos directivos de grandes empresas europeas como Nestlé, Unión de Bancos Suizos, UBS, el Grupo Swatch, SMH, Brown Boveri & Cie., ABB, y Wild-Leitz, Leica, contribuyó a la formación de exitosas restructuraciones y fusiones empresariales que perduran hasta la actualidad.
Su energía y campos de acción eran de tal envergadura que de Europa pasó a invertir en América Latina a través de la forestal Terranova (Masisa) y la industrial de tuberías Amanco, compañías que, con Plycem, se incorporan al holding GrupoNueva.
En los comienzos del nuevo siglo 2000 Schmidheiny anunció su retiro de la vida pública y del empresariado; donó GrupoNueva a un fideicomiso que permitiera darle sostenibilidad en el largo plazo a las instituciones sin fines de lucro que había creado en la región, durante una trayectoria reconocida por su visión y sus valores.